martes, 19 de junio de 2012

Y entonces salí corriendo...

Me seguía. Y yo corría. Una luz me hizo parar. Me dí cuenta de que esa farola parpadeaba agonizante. Pero me hizo parar y mirarla profundamente. Entonces se apagó, y seguí corriendo contra un viento constante. Aún me perseguía. Y yo como loca corría. Juré que nunca me escondería, pero la vida da muchas vueltas, y ahora estoy recorriendo esta manzana sabiendo que ese gusano me encontrará. Pero no se trata sólo de una metáfora. Ojalá. Me está siguiendo, lo presiento. Sigo corriendo. ¿Hasta cuando? ¿Cuántas vueltas he de dar? Mira, no pienso volver a pisar esa esquina. Hasta aquí he llegado y aquí me he quedado. Te espero con los brazos cruzados. Veinte minutos después el tiempo sigue corriendo, y lo único que veo aquí son las agujas de mi reloj. Voy yo a buscarlo. Se va a enterar. Mi agotamiento vence a mi miedo y retrocedo por la manzana sin pensar. Cada vez adelanto más rápido. Esa esquina... Resoplo. La avanzo y PAM. Acabo de chocar con un pequeño que el pobre ha salido más perjudicado que yo. Me detengo unos minutos pero tengo que seguir. Y sigo. Pero he perdido el sentido. Derecha , izquierda, és inútil. Debí parar esto en su momento. Sé que me seguirá de nuevo.